La
construcción es sin duda la industria con un mayor desarrollo en las
sociedades, ya que es responsable directa de la creación de infraestructura, tanto
como vivienda, transporte y edificaciones en la que se da el en gran manera el crecimiento
económico. De ahí a que la construcción de adecuadas viviendas y accesibles económicamente,
pueden lograr la expansión de ciudades seguras y sostenibles.
por
ello el lugar adecuado para vivir ofrece un reto, y en el país gran parte de
las familias viven en viviendas inadecuadas, que se conoce como el déficit cualitativo
de viviendas definidas en conformidad con las condiciones de adecuación de los
componentes de la vivienda como la estructura como materiales de los pisos y
cubiertas de la disposición de espacio.
Bajo
esta premisa las empresas, relacionadas a este rubro, en especial las
cementeras deben reflexionar sobre la relación entre la población, los
asentamientos humanos y su sostenibilidad; debiendo tener en cuenta el proceso
de urbanización, patrones de consumo, la calidad de servicios de saneamiento básico
y la necesidad de la población de vivir en ambientes saludables.
En
muchas ocasiones, en nuestras sociedades las viviendas en particular y el hábitat
en general, son construidos al margen del mercado y sin apoyo de entidades
oficiales o privadas que respalden la seguridad de estas. La expansión de
viviendas adecuadas y asequibles es esencial para lograr ciudades seguras,
resistentes y sostenibles, transparencia y participación comunitaria, en la
toma de decisiones y el priorizar los derechos de tenencia.
Así
las empresas también pueden establecer relaciones colaborativas, para mejorar
el hábitat y viviendas informales, buscando aliados en el estado y
organizaciones sin ánimos de lucro, ayudando con recursos que canalicen los
esfuerzos. Es allí donde los aportes pueden dar paso a una idea de mejora para las
comunidades.
Por
ello el uso del cemento en el Perú data de hace 150 años, al inicio se
importaba el cemento desde Europa, hasta que años después en el Perú
aparecieron las primeras cementeras. Aproximadamente en los años de 1860, y con
el tiempo empezó a usarse en la construcción de la canalización de Lima.
Al
iniciar el siglo XX empezó la fabricación del cemento en el país, construyéndose
lugares como la Estación de Desamparados, la antigua casa Oeschsle y edificios
en el centro de la capital. Para los años 50 aparecieron más empresas
cementeras.
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